La fisura anal es una pequeña herida en el ano que causa dolor y sangrado al defecar, como si se “rajara” la piel.
La fisura anal es una pequeña herida o desgarro en la piel que recubre el canal anal. Aunque pueda parecer algo menor, quienes la han sufrido saben que puede ser muy dolorosa y afectar mucho la calidad de vida.
Una fisura anal es, básicamente, una pequeña herida o corte en la piel que recubre la parte más externa del ano. Imagina una grieta parecida a las que se forman en los labios cuando se resecan… pero en una zona mucho más sensible. Por eso, aunque sea una lesión pequeña, puede causar un dolor muy intenso, especialmente al ir al baño.
Esta fisura suele aparecer después de hacer esfuerzo al evacuar, como cuando hay estreñimiento y las heces son muy duras. Pero también puede ocurrir en casos de diarrea frecuente, traumatismos (como el parto), o incluso sin una causa clara.
Hay dos tipos principales:
Y aunque el nombre puede sonar un poco intimidante, lo más importante es saber que tiene solución. Con el tratamiento adecuado y un poco de paciencia, la mayoría de las fisuras se curan por completo.
Si alguna vez has sentido un dolor punzante al ir al baño, como si cortara o quemara, es posible que hayas tenido una fisura anal. Es uno de esos problemas que, aunque no se ve, se siente (¡y cómo se siente!).
Los síntomas más comunes de una fisura anal son:
En los casos de fisura anal crónica, estos síntomas tienden a repetirse cada vez que hay esfuerzo al ir al baño. También puede aparecer una pequeña protuberancia externa, como un pliegue de piel.
¿Y en bebés o niños? Suelen llorar al hacer caca, tener pequeñas manchas de sangre en el pañal o incluso evitar ir al baño por miedo al dolor.
También hay personas que tienen una fisura anal sin dolor, aunque es menos habitual. En esos casos, la fisura puede pasar desapercibida y solo notarse por el sangrado leve o molestias intermitentes.
Si sientes alguno de estos síntomas de forma persistente, lo mejor es consultar con un especialista. Cuanto antes se trate, más fácil será curarla y evitar que se convierta en algo crónico.
Cuando tienes una fisura anal, lo más importante es no desesperarte: tiene solución, y en la mayoría de los casos se puede tratar sin necesidad de cirugía.
El enfoque del tratamiento dependerá de si se trata de una fisura reciente (aguda) o de una fisura crónica, que lleva semanas o incluso meses sin curarse.
En esta fase, el objetivo es ayudar a que la herida cicatrice lo antes posible, reducir el dolor y evitar que se vuelva crónica. ¿Cómo?
Si después de 6–8 semanas la fisura no mejora, puede que se haya vuelto crónica. En ese caso, el tratamiento se intensifica:
Eso sí, el postoperatorio de la fisura anal requiere algunos cuidados básicos: mantener la zona limpia, dieta suave y evitar esfuerzos excesivos durante unos días.
Curar una fisura anal puede requerir algo de tiempo y paciencia, pero con los cuidados adecuados es totalmente posible. Aquí te comparto algunos consejos prácticos que te pueden ayudar en el proceso de recuperación y, sobre todo, a evitar que vuelva a aparecer:
Una de las claves está en evitar el estreñimiento:
Aguantar solo empeora las cosas. Ir al baño cuando lo necesitas y hacerlo sin prisas ayuda a que el intestino funcione con regularidad y sin esfuerzo.
Un clásico que funciona: agua tibia durante 10-15 minutos, 2 o 3 veces al día, especialmente después de defecar. Relaja el esfínter y mejora la circulación en la zona.
Aplica pomadas o cremas específicas para fisura anal según las indicaciones médicas. No uses cualquier producto sin consultar: algunos pueden irritar aún más.
Limpia la zona con agua tibia o toallitas sin alcohol ni perfume. Evita frotar, y si usas papel higiénico, que sea suave y sin tintes.
Caminar ayuda al tránsito intestinal y mejora la circulación en la zona pélvica. Evita el sedentarismo, pero también los esfuerzos excesivos, como levantar peso.
Una fisura puede tardar unos días o varias semanas en curarse del todo. Lo importante es ser constante con los cuidados y el tratamiento, incluso cuando empieces a sentirte mejor.
Recuerda: cuanto antes empieces a tratarla, más fácil será curarla. Y si después de un par de semanas no mejoras, no lo dejes pasar. Consulta con un especialista.
La gran mayoría de las fisuras anales se curan con tratamiento médico, dieta y buenos hábitos… pero no siempre. Hay casos en los que, por más pomadas, baños de asiento y cuidado que pongas, la herida no termina de cicatrizar. Y es ahí cuando puede ser necesario plantear una operación de fisura anal.
La operación más habitual se llama esfinterotomía lateral interna. Suena más compleja de lo que es: el cirujano hace un pequeño corte controlado en el músculo esfínter interno para reducir la tensión en la zona y permitir que la fisura cierre bien. Es un procedimiento rápido, con anestesia, y la mayoría de los pacientes vuelve a casa el mismo día.
También existen otras técnicas, como el uso de láser en algunos centros especializados.
El postoperatorio de una fisura anal suele ser bastante llevadero. Es normal notar algo de molestia los primeros días, pero el alivio del dolor intenso suele sentirse casi de inmediato. Con una buena higiene, dieta blanda los primeros días y seguimiento médico, la recuperación es rápida.